Una investigación dirigida por Robert Waldinger y Marc Schulz, es parte del libro “The Good Life” (editado por Planeta Libros), analiza cómo las relaciones personales influyen en el bienestar emocional. Basada en un estudio de 80 años que involucró a más de 700 individuos, esta investigación revela descubrimientos sorprendentes sobre la naturaleza de la felicidad humana y el papel crucial que juegan las relaciones personales.
En una charla TED de 2016, el psiquiatra Robert Waldinger ya destacaba la importancia de las relaciones humanas en la sensación de bienestar y cómo estas impactan en nuestra salud y longevidad. Los resultados del estudio de Harvard documentan que los momentos más felices de la vida suelen darse a partir de los 60 años.
Los datos del estudio indican que con el avance de la edad, las personas adquieren aprendizajes significativos que les permiten una mayor apreciación de los momentos vividos y una mejor comprensión de la finitud e impermanencia. Waldinger explica que, a partir de los 60 años, las personas tienden a dejar de lado algunas obligaciones y relaciones insatisfactorias, enfocándose más en la positividad y el aprendizaje continuo, lo que eleva el nivel de felicidad.
Sin embargo, los investigadores subrayan que no se debe esperar hasta los 60 años para disfrutar de la vida. Aconsejan tomar nota de las enseñanzas de los mayores y comenzar a cultivar relaciones de calidad desde etapas tempranas.
El estudio describe cuatro etapas en la vida que ilustran cómo las personas se relacionan con los demás y el impacto de estas relaciones en su felicidad:
- Adolescencia (12-19 años): Caracterizada por la influencia significativa de quienes rodean al individuo.
- Primera adultez (20-40 años): Etapa en la que las personas comienzan a construir una red de seguridad compuesta por amigos, trabajo, pareja y familia.
- Mediana edad (41-65 años): Marcada por un enfoque en las responsabilidades y preocupaciones hacia los demás.
- Vejez (66 años en adelante): Asociada con la jubilación, momento en el cual las personas tienden a hacer lo que disfrutan y a rodearse de quienes realmente les importan.
Los autores instan a reflexionar sobre nuestras relaciones y responsabilidades cotidianas. Señalan que la felicidad y la conexión con los demás a veces se ven obstaculizadas por una perspectiva limitada y recomiendan adoptar una perspectiva más amplia de la vida para mejorar nuestras conexiones y bienestar.
Finalmente, el estudio destaca que la percepción de la felicidad cambia con la edad y las experiencias de vida, subrayando que lo que trae alegría y satisfacción en la juventud puede diferir significativamente de lo que se valora en la madurez. Esta comprensión del ciclo vital y la priorización de relaciones de calidad pueden mejorar el bienestar en cualquier etapa de la vida